¡Ver para creer!, en menos de un año, Donald Trump, Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, doblegó a su homólogo Andrés Manuel López Obrador, presidente de los Estados Unidos Mexicanos, a tal grado que el gobierno lopezobradorista como fiel soldado respondió ¡a sus órdenes jefe! En cuanto el mandatario estadounidense dio el primer manotazo, exigiendo que por todos los medios posibles frenara el tráfico de drogas de México hacia Estados Unidos.
Meses después y superado el primer desencuentro entre la administración Trump y la administración Lópezobradorista, llegó un segundo enfrentamiento entre ambos mandatarios que puso en riesgo las relaciones bilaterales en temas migratorios y económicos por el posible ingreso ilegal de miles de migrantes centroamericanos y de otros países del orbe a suelo estadounidense utilizando como trampolín al territorio mexicano.
Ante tal desacuerdo, Donald Trump, no se anduvo por las ramas y de inmediato amenazó a su contraparte en aplicar aranceles a productos mexicanos que entraran vía exportación a Estados Unidos de Norteamérica, motivo por el cual le exigió a López Obrador que construyera una barrera en la frontera Sur de México con el fin de que frenara el incesante e incontenible flujo migratorio, muro que en su momento el gobierno mexicano pagaría como lo advirtió el mandamás de la nación aún más poderosa del mundo.
Sabedor de que las órdenes del Gran Jefe no se discuten, Andrés Manuel López Obrador, desde Palacio Nacional, más pronto que tarde, envió a Washington D.C., a Marcelo Ebrard Casaubón, Secretario de Relaciones Exteriores, a recibir las instrucciones claras y precisas del Gran Jefe, que trajo como resultado después de varios días de ires y venires, la inmediata instalación de un muro humano que contuviera la avalancha de miles de migrantes que luego de entrar ilegalmente a México amenazaban con hacer lo propio en el vecino país del Norte.
Muro humano, muro de contención que estuvo a cargo de elementos de la Guardia Nacional, que se apostaron en Tapachula, Chiapas, sitio en donde los Border Patrol mexicanos, no dejaron pasar ni el aire, logrando con ello que el Gran Señor, el magnante estadounidense, retirara su amenaza de aplicar aranceles a productos mexicanos que vía exportación llegaran a los mercados “gringos”.
Conjurando en junio de este año el segundo encontronazo, el 17 de octubre llegó el “Culiacanazo” que resultó del fallido intento de aprehender a Ovidio Guzmán López, hijo del segundo matrimonio del narcotraficante Joaquín Archivaldo “El Chapo” Guzmán Loera, que trajo consigo nuevos nubarrones que obscurecieron las relaciones endebles relaciones bilaterales entre las dos naciones, nubarrones que a principios de noviembre se posaron con mayor fuerza tras la masacre de integrantes de la familia LeBarón, en los límites del Estado de Sonora con el también Estado norteño de Chihuahua.
Debido a que los LeBarón cuentan con la nacionalidad estadounidense, Donald Trump, como ajonjolí de todos los moles, en busca de su reelección, en tono nuevamente amenazante sentenció que su gobierno calificaría a los cárteles mexicanos como terroristas, calificación que orillaba al gobierno mexicano a aceptar el ingreso de tropas extranjeras a terruño mexicano, ahora sí que Trump le dijo a AMLO “o copelas o cuello”, medida que encendió las alarmas y los tambores de guerra se escucharon con más fuerza, orillando otra vez López Obrador y su caballo de Troya, Marcelo Ebrard Casaubón a echarse varias vueltecitas a Washington D.C, a costillas del erario público para apaciguar el enojo del Tío Sam.
Afortunadamente el Secretario de Relaciones Exteriores cumplió con la sumisa misión que su Jefe Pluma Blanca le encomendó, regresando las aguas a su cauce normal y de paso bajarle la ira al principal inquilino de la Casa Blanca, claro está acatando las recomendaciones que en Washington D.C., recibió el mandamás de la cancillería mexicana, quien otras vez dobló las manitas so pena de tener que atender la embestida Yankee en busca de atrapar a los líderes de los cárteles mexicanos, a quienes San Andrés Manuel López Obrador defiende a capa y espada, a cuyos integrantes les da muchos abrazos y no balazos, a quienes les permite transitar a lo largo y ancho del país como Pedro por su casa, a cuyos cárteles de la droga no toca ni con el pétalo de una flor, no vaya a ser que los Barones de la Droga, se molesten y se incomoden.
Por si fuera poco, ayer martes, el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, fue testigo de honor de la firma del Protocolo de Modificación del T-MEC entre representantes de los gobiernos de Canadá, Estados Unidos y México, tratado comercial que sustituirá, sino ocurre lo contrario al actual Tratado Trilateral de Libre Comercio que está vigente entre los países desde el 1° de enero de 1994, T-MEC., que fue modificado por instrucciones precisas del Presidente de Estados Unidos de Norteamérica, Donald Tump, tratado que sumisamente fue aceptado sin chistar por el mandatario federal, Andrés Manuel López Obrador, quien por cuarta ocasión entendió que las órdenes del Jefe no se discuten, simple y sencillamente se acatan.
¡Ver para creer!, el Presidente Liberal, que tanto critica al Neoliberalismo, tuvo que tragarse sus palabras y aceptar firmar el Protocolo de Modificación del T-MEC, cuándo a lo largo de su más reciente campaña proselitista en busca del voto popular Andrés Manuel López Obrador, juraba y perjuraba que el TLC, que el Neoliberalismo ha causado grandes estragos económicos en México entre ellos el aumento de la pobreza y la desigualdad.
El autor de esta columna es Licenciado en Derecho, egresado de la Universidad de Tijuana CUTT, Campus Altamira, ejerce el periodismo desde hace 35 años y es director del portal de internet www.ensaladadeportivabaja.net