Transiciones║ Víctor Alejandro Espinoza
Democracia enferma
Estados Unidos se encuentra a escasas tres semanas de la elección presidencial. Como hace 4 años, el candidato republicano, Donald Trump, se encuentra abajo en las encuestas de preferencia ciudadana. Efectivamente, en 2016 Hillary Clinton, la candidata del Partido Demócrata llegó con ventaja de 5 puntos a la recta final de las campañas. Hoy Joe Biden aventaja por 10 puntos a Trump, el doble que Hillary Clinton, pero nadie puede asegurar que tiene el triunfo en la bolsa.
Una de las razones por las que no se puede garantizar en este momento el triunfo del candidato demócrata es porque cuando hay un candidato radical que disputa la presidencia de la República, algunos entrevistados pueden ocultar sus intenciones de voto por temor a ser señalados, en este caso, como conservadores. Aunque finalmente votaran por Trump. La otra razón para no poder afirmar el triunfo de Biden es la forma en como opera el sistema electoral norteamericano.
En 2016 las encuestas no se equivocaron: Hillary Clinton obtuvo 3 millones más de votos que Trump, pero no fueron suficientes para ganar la presidencia. El obsoleto sistema electoral norteamericano traduce el voto popular por asientos en un Consejo Electoral. Cada estado tiene un número determinado de electores del Consejo hasta sumar 538. Gana quien obtiene un mínimo de 270 electores. California es el estado con mayor número de electores, Texas es el segundo con 38, Nueva York tiene 29. Los estados con menor número son Vermont, Dakota del Sur, Dakota del Norte, Delaware, Wyoming, Alaska y el Distrito de Columbia, todos con 3 electores. La mayoría de los estados votan de manera tradicional por candidatos republicanos o demócratas. Sin embargo, hay un conjunto de estados “columpio” en cada elección y que pueden definir el resultado. Se calcula que para esta elección hay 14 estados que pueden variar su voto. Entre ellas se encuentran Michigan, Wisconsin, Arizona, Iowa, Ohio y Florida.
Desde luego, me parece que el mejor sistema electoral es aquel que permite que quien obtenga mayor número de votos, gane la elección. Un sistema de mediación como el Colegio Electoral que data de la Convención Constitucional de 1787 me parece obsoleto, pues quien obtiene la mayoría de sufragios en un estado, se lleva todos los electores del Consejo, lo cual invalida los votos del perdedor y los agrega al ganador. Es un sistema totalmente injusto. Las únicas excepciones son Maine (4 votos) y Nebraska (5), donde se reparten los electores según los distritos legislativos.
Recientemente, el Pew Research Center difundió los resultados de una encuesta de preferencias electorales por grupos étnicos. Los resultados son muy interesantes: el mayor número de preferencias de Trump se concentra entre los afroamericanos con el 89%, mientras que por Biden se pronuncian el 11%. Le seguirían los asiáticos con el 75% por Trump y 25% por Biden. Mientras que Biden obtiene mayoría entre los latinos con el 63% a favor, mientras que por Trump suman el 29%. Finalmente, la población mayoritaria, blancos, se encuentra dividida: 44% a favor de Biden y 51% por Trump.
Donald Trump simboliza perfectamente el estado de la democracia norteamericana. El sólo hecho de que un personaje como él sea el presidente y pueda reelegirse nos habla de la salud democrática. Trump desdeñando las medidas mínimas sanitarias frente al COVID 19, se contagió. Ante la posibilidad de su derrota, ha lanzado una verdadera campaña para denunciar que habrá un fraude mayúsculo a través del voto por correo. Sostiene que los ciudadanos están recibiendo boletas y que podrán enviarlas dos veces. Eso, lo sabemos, es técnicamente imposible en Estados Unidos, e implica a quien lo llegara a hacer una pena de 20 años de cárcel.
El objetivo de Trump es que en alguno de los estados “columpio” se pudiera forzar un cambio en los resultados que le sean desfavorables a través de una decisión de la Suprema Corte de Justicia. Por ello la urgencia de designar como magistrada a la ultraconservadora Amy Coney Barrett. Estamos en la antesala de una elección histórica. La fórmula de Joe Biden/ Kamala Harris tiene posibilidades de ganar a la dupla Donald Trump/Mike Pence. En todo caso, gane quien gane, México parece que no se verá favorecido por ninguna de las dos fórmulas. Bueno, aunque a lo mejor nos iría menos mal con Biden/Harris, esperemos.