México.- Unos cambios pequeños y duraderos en los niveles de colesterol y presión arterial pueden reducir de forma dramática el riesgo de enfermedad cardiaca y accidente cerebrovascular (ACV) a lo largo de toda la vida, sugiere una investigación reciente.
El estudio de gran tamaño encontró que una combinación de una reducción en el colesterol LDL (el tipo malo) de 14 mg/dL y una reducción de 5 mm Hg en la presión arterial sistólica (la cifra superior en una lectura de la presión arterial) reduce a la mitad el riesgo de ataque cardiaco y ACV de por vida.
Y mientras más se reducían esos niveles, mayor era la reducción en el riesgo de enfermedad cardiaca y ACV.
“Los cambios pequeños en la presión arterial y en el colesterol a lo largo de décadas pueden conducir a inmensos beneficios. Unos cambios que son factibles mediante una dieta saludable y el ejercicio pueden reducir el riesgo cardiovascular en un 50 por ciento”, comentó el Dr. John Osborne, vocero de la Asociación Americana del Corazón (American Heart Association) y director de cardiología de State of the Heart Cardiology, en Dallas.
Osborne no participó en la investigación, pero está familiarizado con los hallazgos.
Varios estudios anteriores han mostrado que reducir la presión arterial o el colesterol durante más o menos cinco años puede tener un impacto en la enfermedad cardiovascular. Pero ha sido difícil saber cómo toda una vida de esos cambios podría afectar al riesgo de enfermedad cardiaca y ACV.
La nueva investigación incluyó a casi 440,000 personas, con una edad promedio de 65 años, inscritas en un estudio a largo plazo en Reino Unido. Un 54 por ciento eran mujeres.
Los participantes del estudio fueron reclutados entre 2006 y 2010. Les dieron seguimiento hasta 2018. En ese periodo, casi 25,000 personas sufrieron un ataque cardiaco no letal, un ACV provocado por un bloqueo en un vaso sanguíneo (isquémico) o murieron por una enfermedad cardiaca.
Los investigadores buscaron a los participantes del estudio que portaban unas variantes genéticas que hacían que tuvieran un colesterol LDL y una presión arterial sistólica más bajos a lo largo del estudio. Usando una técnica estadística llamada aleatorización mendeliana, los investigadores pudieron estimar los efectos de por vida de un colesterol y una presión arterial sistólica más bajos en comparación con las personas sin esas variantes genéticas.
El estudio encontró que la combinación de una reducción del LDL de 39 mg/dL y una presión arterial 10 mm Hg más baja podía reducir el riesgo de por vida de enfermedad cardiovascular en un 80 por ciento. La misma combinación también redujo el riesgo de por vida de morir debido a una enfermedad cardiaca en más de dos tercios.
Osborne dijo que sería difícil lograr una gran reducción solo mediante la dieta y el ejercicio, pero que es “factible” con medicamentos.
“En los ensayos clínicos, con frecuencia solo observamos cinco o seis años. Ahora podemos apreciar el efecto de esos cambios a lo largo de décadas de vida”, comentó.
El Dr. Satjit Bhusri, cardiólogo del Hospital Lenox Hill, en la ciudad de Nueva York, también revisó los hallazgos.
Sabemos que un colesterol malo elevado y una presión arterial elevada son dos factores de riesgo independientes y modificables de la enfermedad cardiaca. La combinación de ambos aumenta más ese riesgo
Pero, señaló Bhusri, este estudio reveló que “incluso un declive modesto tuvo un impacto importante en el diagnóstico de la enfermedad cardiaca”. Añadió que este estudio también muestra lo que sucede si alguien se apega a un estilo de vida saludable o a los medicamentos para reducir esos factores de riesgo a lo largo de una vida.
“El cumplimiento con los cambios de estilo de vida y los medicamentos es un factor de predicción importante de la enfermedad cardiaca”, aseguró Bhusri.
El estudio fue presentado el lunes en la reunión de la Sociedad Europea de Cardiología (European Society of Cardiology), en París. Se publicó simultáneamente en línea en la revista Journal of the American Medical Association.
El Dr. Brian Ference, cardiólogo de la Universidad de Cambridge, en Inglaterra, es el autor principal del estudio.