Leer entre líneas ||Por Francisco Ruiz
Un Aspie en la política
Martes 16 de febrero de 2021. Como ya es habitual, quiero iniciar esta entrega expresando mi reconocimiento y gratitud al escritor “tijuane-oleonés” Daniel Salinas Basave, quien hace un par de semanas aceptó nuestra invitación para compartir sus conocimientos y experiencias con mis alumnos(as) de la licenciatura en Comunicación y Relaciones Públicas, un ejercicio que resultó sumamente enriquecedor. De nueva cuenta, ¡muchas gracias, Daniel!
El 18 de febrero de cada año se conmemora el Día Internacional del Síndrome de Asperger, una condición de vida sobre la cual se especula mucho, aunque se conoce poco. De acuerdo con el Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares de Estados Unidos (NINDS, por sus siglas en inglés), el Síndrome de Asperger es un trastorno del espectro autista (TEA).
Se le denomina de dicha manera en memoria del pediatra austriaco Hans Asperger, quien realizó los primeros estudios en 1944. Casi cuatro décadas después, la médica inglesa Lorna Wing retomó y amplió el trabajo de Asperger, de tal suerte que, en 1992, el trastorno fue incluido en la décima edición del Manual de Diagnóstico de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales IV, en 1994. Sin embargo, cada edición presenta cambios, motivo por el cual en la edición vigente no aparece como tal, sino como parte de los TEA.
Los expertos estiman que dos de cada diez mil niños tienen este trastorno, de los cuales, los varones tienen de tres a cuatro veces más probabilidades de presentarlo, que las niñas. Por tratarse de investigaciones relativamente recientes, actualmente se está diagnosticando cada vez más en adultos.
Este síndrome presenta algunas características como tener intereses limitados; patrones repetitivos de pensamiento y comportamiento; una preocupación inusual por un objeto en particular hasta la exclusión de otras actividades; presentan poca o nula empatía por los demás; peculiaridades en el lenguaje, como hablar demasiado formal o tomar las figuras retóricas literalmente; movimientos motores torpes, entre otros.
El origen de este síndrome aún se desconoce, aunque existen varias teorías; sin embargo, es importante destacar que el Asperger es un trastorno de desarrollo y no una enfermedad, en consecuencia, no existe una cura o tratamiento sino terapia conductual, la cual resulta de gran utilidad y mejoría en la mayoría de los casos.
Tenía 29 años cuando me enteré de que el Asperger es parte de mi vida y, en lugar de ser una carga, resultó un enorme alivio, ya que finalmente logré comprender lo que ocurría en mi mente y mi cuerpo. Luego de mi descubrimiento, mi perspectiva se amplió inconmensurablemente, adquirí herramientas que han facilitado mi existencia, eché mano de ellas y de mi naturaleza para encausarlas a mi mayor vocación: la política.
La vida es un conjunto de retos y aprendizaje permanente, sin embargo, ser una de las cinco mil personas que pudieron haber nacido con esta condición me confirma que, en mi caso, para vivir bien y servir mejor, he requerido de tres cosas: tener a dos maravillosos padres, tesón y mucha disciplina.
Post Scriptum. “Las luchas fáciles no son luchas, son trampas mortales para ingenuos que creen que la política es vía sencilla, sin tropiezos, ajena a los conflictos, vía triunfal sólo porque así se desea”, Jesús Reyes Heroles (1921-1985).
* El autor es maestro, escritor y consultor político.
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