La responsabilidad nuestra de cada día || La Noche de los Nahuales

Por Benjamín M. Ramírez

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Ignoro la cifra exacta de los fallecidos a causa del COVID-19. Quizá nunca lo sabré a ciencia cierta. Para darnos una idea de lo que sucede, en mi pueblo el número de decesos de forma cotidiana ha sido constante, de tal modo que en un día cualquiera puede registrarse hasta 6  defunciones, aunque la cifra oficial sólo indica 20.

 

Si bien no existe constancia de que las muertes se deban a COVID-19 lo cierto es que las personas, al momento de fallecer, se encontraban en una situación vulnerable.

 

¿Y el número de contagiados? ¿El número de personas que lograron vencer al coronavirus? 

 

Un número considerable de personas no se acerca a los hospitales COVID-19 por el miedo a contagiarse, por temor fundado a que su situación patológica se complique y  —en suma— pierdan la vida, por lo que los aquejados optan por atenderse en un consultorio médico particular y pagar de su bolsillo el costo de la consulta y el de los medicamentos, que de atenderse en el servicio de los hospitales públicos todo sería gratuito.

 

¿Estas cifras están registradas? ¿El servicio médico particular y los hospitales privados estaban obligados a reportar el número de pacientes contagiados? ¿Estás cifras inciden en las estadísticas oficiales? 

 

Y las personas que no recibieron atención médica y fallecieron en sus hogares ¿también están contabilizadas? Lo cierto, es que la cifra oficial ya rebasa los 17 mil fallecidos y probablemente la cifra se duplicará ante la apertura de ciertos giros comerciales. Cuestión de días. 

 

Las personas ya empezaron a salir.

 

En esta ciudad fronteriza, Tijuana, en las últimas dos semanas  —desde el 1 de junio— el tránsito vehicular se ha incrementado de manera considerable, existe un mayor flujo de personas en las calles; y se ha registrado la apertura de parques, restaurantes y centros nocturnos.

 

Aunque las autoridades en sus diferentes niveles han apelado a la conciencia ciudadana para guardar el protocolo sanitario lo cierto es que he percibido un relajamiento en la ciudadanía al tomar e implementar dichas medidas.  

 

Y en esta etapa, aunque la entidad de Baja California, lo mismo que la ciudad de México, Quintana Roo y Tabasco presentan una tendencia a la baja en el número de casos, la mitad del país todavía se encuentra en semáforo rojo.

 

Es aquí en donde cada persona debe cuidar de sí mismo, implementando todo lo necesario, incluso siendo minucioso, en la implementación de las medidas sanitarias para evitar contagiar y contagiarse del COVID-19. 

 

La responsabilidad es sólo nuestra.

 

La culpa no es ni del Presidente ni del sistema sanitario en su conjunto. Ante una amenaza seria a nuestra integridad física y mental estamos obligados a cuidarnos entre nosotros mismos, cuidarnos y cuidar de las personas a quienes tenemos cerca; y esto es lo menos que hemos hecho.

 

He de confesar que en durante el período de la cuarentena personas allegadas han perdido la vida. Ignoro si la causa fue el COVID-19, lo cierto es que ya no están y es lamentable. 

 

En otro orden de ideas, me sumo a la campaña en contra de la violencia hacia las mujeres. En el mayor número de casos de los feminicidios alguien cercano a la víctima es el responsable o el homicida se le puede ubicar en la zona de tránsito de la víctima, en este último caso el porcentaje es muy reducido. 

 

Normalmente es la pareja, ex pareja, familiar o conocido el que perpetra este ilícito en contra de la integridad y la vida de la mujer. Frente a esta situación no queda más remedio que la prevención y que la familia o las personas cercanas cuenten con la habilidad para reconocer situaciones de violencia que ponga en riesgo la vida de quien, por su condición de víctima, se encuentra vulnerable. 

 

Termino esta entrega, exigiendo al legislador una revisión a las leyes, un castigo ejemplar, de tal manera que el victimario latente se inhiba ante la contundencia de la rigurosidad de la justicia y que las mujeres puedan disfrutar una vida libre de violencia.  

 

Sin lugar a dudas, la violencia es una situación muy particular que la víctima ve incrementarse en su exhibición hasta que culmina en un delito, y normalmente concluye con la muerte de quien la padece. Por lo que será necesario redimensionar el papel de la educación para prevenir y no lamentarse.

 

Memorándums en el pizarrón: 

 

1.- El BOA no tiene progenitores. Todos lo desconocen. Nació bastardo y el acta de nacimiento es apócrifa, según se informa.

 

2.- El racismo es un mal endémico. 

 

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