La noche de los nahuales ║ Benjamín M. Ramírez
El presidente se ha quedado solo
El lenguaje corporal lo delata. Ha dejado de ser lo que siempre ha sido. No aceptaba un no por respuesta. Siempre al ataque, en la confrontación y a la ofensiva, al contraataque. Imponente en sus palabras, en la seguridad que le brindan —y le blindan— sus números.
Ya nunca más.
En las últimas horas la nación mexicana se dividió —siempre existe algo que nos fragmenta— en republicanos y demócratas, hasta Silvano Aureoles exhortó a los michoacanos migrantes en los Estados Unidos de América no votar por el actual mandatario Donald Trump.
En los Estados Unidos de Norteamérica: no cuentan los votos, ni siquiera los que cuentan los votos, el poder real y evidente fue el de la videocracia, el poder de los medios de comunicación que, en un hecho casi insólito de censura, decidieron poner fin al mensaje del candidato de los republicanos a la Casa Blanca, acusándolo de no presentar pruebas de sus dichos frente a la audiencia, ¿por decir mentiras?
Tienen razón los autores de “La televisión es mala maestra”, de Karl Popper, “Homo Videns, la sociedad teledirigida” de Giovanni Sartori, y de “El pensamiento secuestrado” de Susan George, al afirmar sobre quiénes son los que realmente gobiernan a los Estados Unidos de Norteamérica, y a través de éste, rigen a todo el mundo.
Señor Trump, usted ha sido despedido por una orden de las televisoras.
Por otro lado, la Presidencia de la República ha hecho bien en aguantar la presión de la oposición que se ha adelantado a felicitar al presidente electo, según la proclamación de los Mass Media de la Unión Americana, aunque oficialmente no se ha declarado a un virtual vencedor. Sin duda, la proyección del poder mediático se cumplirá, los datos estadísticos así lo muestran, que J. Biden será el nuevo inquilino de la Oficina Oval. Sin embargo, los protocolos de la política exterior mexicana guardan una sana y sospechosa prudencia.
Es imposible que los resultados se reviertan a favor de D. Trump, que espera poder revertir los resultados en los tribunales haciendo acopio de los pocos o insulsos recursos legales que pudieran otorgarle un revés al resultado presentado en las urnas, en un atípico y conservador proceso electoral que funciona muy al estilo de la nación de las barras y estrellas.
Es el comienzo de la “Era Biden”, así título su ensayo, uno de mis alumnos. En él refiere todo lo que podría significar para el gobierno mexicano y la relación entre México y la nueva administración federal en la Unión Americana.
Por lo pronto queda esperar los resultados oficiales que confirmen lo que ya la televisión americana ha dado como un hecho al coronar al nuevo mandatario estadounidense, nombrándolo Presidente Electo, y quitando el dominio casi plenipotenciario del presidente Donald Trump, al que en cada momento que transcurre se va quedando solo.
Trump siempre estaba acostumbrado a ganar, a decir la última palabra, a negociar, a insultar, a decir todo y nada a la vez, a no probar sus dichos, pero irremediablemente se le acabó la potestad, se irá menguando su autoridad.
Una vez que surge la nueva figura del poder, Trump se irá extinguiendo. Del fuego incontenible e irascible que era, se transformará en cenizas y que sin ser ave fénix no podrá salir de su ostracismo al que lo han condenado millones de electores que prefieren probar al bueno por conocer y no al malo por conocido.
En otro orden de ideas, quienes también se han quedado solos son los de siempre, los abandonados por todos, los más vulnerables, los desprotegidos, los “sin nada”, los que no representan un mercado atractivo en las boletas electorales, aquellos que abandonados por el poder, sufren las inclemencias del tiempo y la fuerza de la naturaleza. Chiapas y Tabasco se unen en una tribulación compartida, en un rictus de dolor y desesperanza.
¿Cómo contener las cantidades incalculables de metros cúbicos de agua que se desbordan en el paraíso tropical, en el edén abrumador? ¿Cómo sortear las inundaciones cotidianas que sufren año tras año? Los más pobres, inamovibles y resignados, impotentes, —y en una lucha eterna contra Chaac Mol en donde siempre llevan las de perder—, dimitidos en su afán de conservar lo poco de valor que han conseguido a través del esfuerzo diario, pueden observar lo que se diluye de forma inexorable con cada gota de agua.
La madre naturaleza no castiga a nadie, ni concede favores con exceso de agua a unos y castiga con el estiaje a otros. Sólo responde al comportamiento comunitario y es inversamente proporcional a las acciones que desde el poder se deciden para atajar sus efectos y paliar sus daños.
Lo viven en carne propia los pueblos asentados a los márgenes del río Coatzacoalcos o Papaloapan, los del Grijalva, el Suchiate o los del Canal del río de los Remedios, sin que nadie pueda resolver de raíz el problema que afecta en cada avenida.
Tal parece que ni el actual gobernador de Tabasco ni el Presidente de la República tienen un genuino interés en resolver el mal que siempre, desde antes de la conquista, han padecido a los hermanos de Tabasco, sólo ven correr a la creciente que se impone y que amenaza la integridad y la estabilidad emocional de quienes tienen la suerte de estar abandonados entre cadáveres, lagartos y víboras, incomunicados vía terrestre, rodeados de agua y pernoctando en los techos de las casas.
En Tabasco se puede probar el dicho “A río revuelto ganancia de pescadores”, porque verdaderamente la inundación no es importante sino las oportunidades que encuentras para posicionar un plan de gobierno o una plataforma política para lanzar a tus candidatos y despotricar en contra de la actual administración.
Si Tabasco es noticia, Chiapas no se queda atrás por el embate del huracán Eta, con 22 muertos más los cinco registrados en Tabasco.
Espero que la solidaridad que caracteriza a los mexicanos de forma particular no se quede atrás ante la indiferencia de los que se encuentran en el poder mientras Chaac, incólume se muestra pérfido con Tabasco.
Y sin duda, cada quien lleva agua a su milpita: algunos ya muestran la foto para rememorar a Calderón recorriendo algunas zonas inundadas, entre las calles anegadas, o la de Fidel Herrera realizando sus recorridos en municipios afectados, ellos sí se mojaron, al menos zapatos y pantalón, pero nunca resolvieron los problemas que se seguirán presentando y afectando como antaño.
Pueden preguntar a los venecianos y a los holandeses cómo lidiar con el agua torrencial.