Miércoles. Distintos líderes de opinión y expertos en política regional se han adelantado prácticamente seis meses al inicio del proceso electoral local, al descartar aspirantes a los distintos espacios que serán disputados el 2021.
Como la política es diálogo y pluralidad, y sin ánimo de contrariar a las voces que aludo, debo confesar que difiero de esas opiniones que más suenan a recomendación, conveniencia o encargo. También aclaro que aún es muy pronto para descartar, destapar y descuidar; pero, si de compartir opiniones se trata, me limitaré a describir el perfil que -desde mi óptica- requiere el próximo(a) gobernador(a) de nuestro estado.
Para que Baja California esté bien, necesita de una persona que logre coordinar esfuerzos; un director de orquesta que sepa armonizar hasta él más desafinado, pues el buen ejercicio de gobierno se construye en grupo. Que tenga el corazón caliente, pero también sea analítico y pragmático. Alguien que se modele a sí mismo, este dispuesto al sacrificio, con valor y temple.
Alguien que aproveche sus mañanas para tomar decisiones y no pierda el tiempo en transmisiones narcisistas. Con capacidad de mando, más no autoritario. Un político hábil, que sea ingenioso; que goce de simpatía, urbanidad y firmeza. Que escuche a la crítica y no sólo la reprima. Perseverante, más no ambicioso vulgar -como diría el presidente-. Sincero, no embustero. Altruista, no populista.
Bien nos vendría el liderazgo de un empresario exitoso, en lugar de testaferros. Necesitamos de un generador de empleos y no a quien cierra empresas. Que atraiga el turismo y logre el renombre de Baja California a través del deporte; comprometido con la educación, el arte y la cultura. Promotor de nuestras tradiciones y conocedor del mundo.
Un general que con orgullo y congruencia se declare soldado de su causa. Con linaje político, ya que hoy sobran los improvisados. Una persona dedicada a su familia, cuyos parentescos, en vez de restarle, le abonen con la productividad que ofrecen a nuestra entidad y a la nación entera.
Lo más importante es que el próximo gobernador de Baja California será quien le apueste a servir y no servirse. Porque, para estar de buenas, primero hay que estar bien.
Sin embargo, es curioso que el actual gobernador advierta que podría solicitar licencia para apoyar a MORENA en la siguiente campaña, cuando minimiza y desdeña a los opositores. ¿En serio se considera tan popular? ¿Será que prefiere correr los menos riesgos posibles ante la competencia? ¿O, definitivamente, quiere sacar a alguien de la carrera dejándolo(a) como gobernador(a) sustituto(a)? Cualquiera que sea la razón, el titular del Ejecutivo estatal no debería vanagloriarse de las posiciones que ha ocupado gracias a un único mérito: colgarse de la imagen del presidente. Por dónde lo vean, se carece de experiencia, tolerancia y oficio político.
Además, la alternancia siempre es buena, a menos que se anhele la continuidad por temor, conveniencia o, sencillamente, porque no tener consciencia. Sólo recuerden que, como dijo aquél, sólo los conservadores se oponen a la transición.
Post Scriptum. “¡Ya cállate chachalaca!”, Andrés Manuel López Obrador.
Colofón. Mi propuesta de esta semana es reasignar la partida presupuestal de apoyos sociales de los diputados locales a los programas de desarrollo social municipales. Para que legislen mejor, hay que alejarlos los distractores.
* El autor cuenta con una Maestría en Comunicación Estratégica y es doctorando en Derecho Electoral.
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