Disyuntiva || Transiciones

Por Víctor Alejandro Espinoza       

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A propósito de la probable visita del presidente de México Andrés Manuel López Obrador (AMLO) a Estados Unidos, ha tenido lugar una fuerte discusión pública sobre sus implicaciones. Considero que la decisión de acudir al encuentro con Donald Trump puede admitir no solo un posicionamiento dicotómico: estar a favor o en contra. Evidentemente, la mayoría de quienes tienen una visión negativa del gobierno de AMLO reprueban la visita y quienes lo apoyan, a favor.

Desde luego que el escenario ideal es que fuera una visita trilateral, es decir, a la que no solo acudiera el presidente de México, sino también, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau. Aunque improbable, tampoco parece imposible. Eso le daría otro cariz a la visita de AMLO a Washington.

Uno de los argumentos en contra del viaje de AMLO precisa que no es el momento de llevarla a cabo, sobre todo por la coyuntura norteamericana. Recordemos que Estados Unidos se encuentra en la víspera del arranque formal del proceso electoral presidencial que habrá de culminar en el mes de noviembre. Sin embargo, formalmente no se han celebrado las convenciones que marcarán el inicio de la contienda. Y se piensa que la visita de AMLO permitiría darle fuerza a la candidatura reeleccionista de Donald Trump en contra del virtual candidato demócrata, Joe Biden. 

Se le compara con la visita que realizara el mismo Trump a México a invitación del canciller Luis Videgaray el 31 de agosto de 2016. Pero en aquella ocasión, Trump no era presidente de Estados Unidos, sino el candidato republicano a la presidencia. Además, Enrique Peña Nieto le dio un recibimiento de jefe de Estado, lo que arreció las críticas. 

Otro argumento en contra de la visita es que sería una forma de demostrar sumisión ante un presidente como Trump que ha venido manteniendo una actitud contraria hacia los intereses mexicanos. Alguien que amenaza constantemente con levantar el muro a lo largo de la frontera y que ha obligado a México a detener los flujos migratorios a través de acciones como el programa de Protocolos de Migrantes (MPP, por sus siglas en inglés), también conocido como Permanecer en México (Remain in Mexico). 

Sobre todo para quien mantiene esta visión, la actitud del gobierno debería ser más frontal contra las posiciones racistas y antiinmigrantes del presidente Trump. Eso llevaría quizás a un fuerte enfrentamiento con graves consecuencias económicas, pero eso no es tan importante, sostienen quienes no están de acuerdo con la postura oficial; se debería buscar dignificar las relaciones bilaterales. 

A pesar de que la mayoría de los críticos del gobierno de López Obrador ha reiterado que debería tener una política de mayor apertura hacia el mundo, salir del país y llevar a cabo una política diplomática más activa, hoy reprueban que la primera gira a más de año y medio de gobierno sea precisamente a la capital del país vecino, nuestro principal socio comercial. 

Una de las cosas que conviene recordar es que la relación de nuestro país con Estados Unidos es asimétrica. La importancia que tenemos como país es incomparable respecto a lo que Estados Unidos representa para México. La relación que ha mantenido el gobierno de AMLO se ha basado en una posición pragmática. En ese contexto debemos entender la probable visita a Washington. Obviamente en la reunión no se tocará el tema migratorio; solo cuestiones alrededor del T-MEC (Tratado -comercial- entre México-Estados Unidos y Canadá). No podría ser de otra forma. Estamos ante una coyuntura económica sin precedentes agravada por la pandemia del Covid 19. No es el momento para bravatas o actitudes que añadan tensión a una siempre difícil relación entre dos países desiguales pero vecinos. 

El pragmatismo del gobierno mexicano sacó adelante el año pasado la crisis que pendía sobre nuestra economía por la amenaza del incremento de aranceles del 5% a todos los productos mexicanos, a cambio de frenar los flujos migratorios. Las sanciones, aunadas a los efectos de la pandemia, hubieran afectado la economía mexicana de manera irreparable. Como en toda relación, la única manera de negociar de manera equitativa es desde una posición de fuerza. No la tenemos hoy para abordar los temas de la agenda bilateral. En estos momentos es el pragmatismo el que nos puede sacar a flote. No es lo ideal, es la situación que tenemos en un país como el que recibió el gobierno de AMLO.  

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