Tijuana.- El desarrollo sustentable de Baja California solo será posible si el agua y la energía van de la mano, dado que están asociadas por una mutua necesidad y solo así tendremos éxito en ambos temas, remarcó el ingeniero José Carmelo Zavala Álvarez, titular de la Subsecretaría de Desarrollo Sustentable (SDS) del estado.
Destacó que lo primero es el ahorro, actualizar los sistemas eléctricos, desde los circuitos, la iluminación y cambiar a refrigeradores de última generación, mientras que, en el caso del agua, urge reparar fugas, promover el uso y reúso responsables, y un mayor inventario en caso de que un sismo dañe el acueducto que transporta el agua de Mexicali a la costa.
En entrevista con el Centro de Innovación y Gestión Ambiental (CIGA), Zavala Álvarez dijo que ya hay obras que buscan un mejor balance entre agua y energía, como la planta fotovoltaica de 500 hectáreas que se construye cerca de Cerro Prieto, por la carretera a San Felipe, la cual surtirá la energía para el bombeo que requiere el acueducto.
“El acueducto es el sitio con el mayor consumo de energía en todo el estado, porque se debe bombear el agua hasta alcanzar los mil 100 metros de altura en La Rumorosa, para así poder traer los 5 metros cúbicos por segundo de agua que llegan de Mexicali hasta la zona costa, es un reconocimiento a esta asociación entre agua y energía”, enfatizó.
El titular de la SDS, una de las dependencias de la Secretaría de Economía y Turismo Sustentable (SEST) del Estado, añadió que en el caso anterior se emplea energía solar para mover el agua y ello es un reconocimiento de este binomio, pero falta muchísimo por hacer, como recuperar –en la caída– parte de la energía que agarró el agua al subir a esa altura.
“Aquí ha habido un proyecto de muchísimos años, de hacer una micro hidroeléctrica en el tubo del acueducto, aprovechar la caída que está a la altura de Tecate, de unos 500 metros, en una micro eléctrica de 20 megas; se recuperaría una parte pequeña, pero no tan pequeña de la energía que ya se le suministró al agua para bombearla”, comentó.
Reiteró lo frágil del inventario actual de agua para Tijuana, ya que la presa El Carrizo, con capacidad de 38 millones de metros cúbicos, tiene poco más de veinte, inventario que para una ciudad con 2 millones de habitantes garantizaría agua solo por alrededor de 3 meses y, en Tecate, la presa Las Auras tiene apenas 5 millones de metros cúbicos de almacén.
“Si nos comparamos con San Diego, con alrededor de 9 represos que le dan agua para más de un año, lo que nosotros tenemos es solo para unas cuantas semanas, es terrible ese almacén, sabiendo que estamos en una zona sísmica y el acueducto podría en algún momento, en una desgracia, no funcionar, en eso estamos a la buena de Dios”, alertó.
Explicó que el derecho humano al agua se debe hacer valer, pero debe resolverse la forma de operarlo, por lo que una fuente alterna de abasto de agua para Tijuana sería desalar agua de mar por ósmosis inversa, que cuesta en promedio un dólar por metro cúbico, tan solo lo referente a la operación, pero otras fuentes son la reparación de fugas y el reúso.
“Utilizar el precio para regular la demanda implica solo cubrir el frente de la oferta, que es abastecer agua, pero en lo que corresponde al frente de la demanda, el ahorro no lo estamos revisando, los modelos de construcción, el uso de muebles sanitarios, la separación de aguas grises y negras, el riego de áreas verdes solo con agua de reúso”, opinó.
En ese sentido, elogió los aportes de Carlos de Regules Ruíz-Funes, quien esta semana expuso el tema “El triple play de la gestión de la energía en el sector hídrico: costo, emisiones, resiliencia”, en el Seminario Permanente de Desarrollo Sustentable, que la SEST y el CIGA transmiten cada jueves a través de Facebook y de sus canales de YouTube.
De Regules es ingeniero químico, con una maestría en Administración Pública y otra en Ingeniería Ambiental y Administración, quien suma 25 años de experiencia en el sector energía, en los que ha colaborado con gobiernos y agencias reguladoras de varios países y hoy es socio DELOITTE, la firma privada número uno de servicios profesionales del mundo.
En la sesión del jueves, Carlos de Regules explicó que la historia del agua, la energía y el clima en el mundo y particularmente en Baja California, es una historia de desbalance, porque conforme ha ido aumentando la demanda de agua, la disponibilidad no le ha seguido el ritmo y hay cada vez más sobreexplotación de mantos acuíferos y de aguas superficiales.
Tenemos cada vez más, agregó, un problema de salinización de estos mantos acuíferos que hacen que el agua no pueda ser consumida con la calidad necesaria y el transportar agua de horizontes cada vez más lejanos o de fuentes alternativas, como la desalinización del agua de mar, incrementa de manera muy importante el uso de la energía que se está empleando.
“La disponibilidad de energía en el estado tampoco le ha seguido el ritmo, hay una capacidad de generación bastante limitada, si bien hay una interconexión con California, que es una de las principales fuentes de suministro de energía eléctrica, la verdad es que el balance entre oferta y demanda de energía eléctrica se ha venido apretando”, recalcó.
Recordó que en el verano de 2020, debido a un desabasto de energía eléctrica durante unos días, en diferentes ciudades se establecieron cortes escalonados en el servicio de agua, por lo que esta relación entre agua y energía ha sido históricamente una relación de desbalance y podría agravarse en términos de la crisis climática.
Son temperaturas más extremas, explicó, más calor en el verano y más frío en el invierno; zonas de la costa del pacífico de Estados Unidos están viviendo temperaturas de 45 y 46 grados centígrados actualmente, y quien dice extremo de calor y extremo de frío, dice necesidad de refrescarse y de calentarse, por lo tanto, dice mayor consumo energético.
“Por otro lado, el estrés hídrico, que ya es históricamente algo con lo que vive el estado, no va a ser más que agravarse igualmente, en la medida en que estas temperaturas provoquen mayor evaporación, en la medida en que el cambio climático provoque periodos de sequía más largos, más intensos”, complementó de Regules.