Covid-19: Virus letal o los Crank, fantasía de James Dashner || La noche de los Nahuales
“La mujer hizo otra pausa y se acomodó el pelo detrás de la oreja.
«— La mayor parte de los efectos físicos son causados por alguna otra cuestión. Primero vienen los delirios; luego los instintos animales comienzan a sofocar a los instintos humanos hasta que los consumen y destruyen la naturaleza y la esencia de la persona. Todo está en la cabeza. […]” (Dashner, J. Correr o Morir, página 389).
Así escribió James Dashner en su novela “correr o morir”, Maze runner, llevada a la pantalla grande con muy mala adaptación, agotando en la primera película, toda la fantasía de un mundo apocalíptico que ha sido descrito de forma anticipada de manera magistral en donde la llamarada, los cranks, los penitentes y CRUEL, se unen en una atmósfera mortal, en la búsqueda de una cura, mientras que sólo los ricos pueden recibir el tratamiento con resultados funestos.
Pero no es el mundo fantasioso de Dashner, es la paranoia y las compras de pánico lo que subyace en esta entrega: el mundo entero ha entrado en la alucinación del sobresalto ante la declarada pandemia y la obligada cuarentena que mantiene a todos con la consternación y miles de dudas que subyacen en la desconfianza de los gobernados ante la incertidumbre y el manejo mediático del shock, del terror y del miedo que mata a un número mayor que el multicitado COVID-19.
Y en el período de los últimos días, el pánico ha golpeado más que los efectos de la tos seca, la fiebre y los otros síntomas asociados al COVID-19 cuyos resultados letales han cobrado la vida de miles de personas alrededor de un mundo que le aterra la propagación y la muerte a raíz de esta pandemia.
Sin embargo, como lo sostienen detractores y seguidores de las teorías conspiradoras, reptilianos, illuminatis y masones, entre otros grupos que proponen “un nuevo orden mundial”, buscan, anteponiendo siempre, el peso de los poderosos ante la fragilidad de los desposeídos, el beneficio de los primeros frente a los segundos con la caída estrepitosa de las bolsas de valores en las distintas partes del mundo, ante la voracidad de un Wall Street implacable, donde el dinero nunca duerme y el precio de la codicia.
La realidad supera la ficción de Dashner: las compras de pánico han dejado vacíos los anaqueles de diversas tiendas de autoconsumo en Tijuana, donde algunos comercios han restringido la adquisición de ciertos productos con la finalidad de no favorecer el desabasto registrado en los últimos días por consumidores que, motivados por el pánico, han propagado la antesala de un clima apocalíptico novelizado.
Por lo pronto, y quizá ya tarde, las autoridades sanitarias han pedido a sus homólogos de educación suspender clases o adelantar las vacaciones de Semana Santa a partir del día 20 de marzo hasta el 20 de abril del presente año; aunque, según las autoridades de salud, la contingencia podría permanecer durante todo el año.
Y, el anuncio de las adelantadas vacaciones, lo han hecho de una forma más que desastrosa.
Los rumores se propagan y contagian un clima de animadversión frente a las tomas de decisiones en las altas esferas gubernamentales que parecen no estar de acuerdo.
Me pareció escuchar a un Esteban Moctezuma, titular de la SEP, decir: se adelantan las vacaciones, ya veremos como recuperamos los días perdidos, ya sea dentro del periodo ordinario o al finalizar el ciclo escolar.
Mientras que en Baja California, el titular de Educación, Catalino Zavala, ha manifestado su desacuerdo ante el hecho de que los docentes se ausenten de la escuela y puedan hacer home office, tal como lo han sugerido las instituciones en las que presto mis servicios docentes, el de privilegiar el trabajo en línea, a través de plataformas digitales que permitan la continuidad de las labores docentes sin que sea obligatorio el permanecer en la institución.
Es cuestión de que los titulares de educación se pongan de acuerdo y tracen una ruta segura, marquen los derroteros educativos de forma específica, concreta, delimitada y definida, —ante tanta incertidumbre gubernamental—, para los días venideros sin que docentes o alumnos pierdan, de forma ociosa, el preciado don del tiempo que se vuelve irrecuperable conforme pasan los días.
Sí, el COVID-19 llega a matar a un porcentaje reducido de los infectados, pero mata más el hambre, la diabetes, los infartos, el VIH, y ante ello, principalmente con los muertos por la pandemia del hambre no se alista una vacuna que se llama alimento.
Para concluir, y en otro orden de ideas, hago un llamado a todos los actores educativos a frenar, atender y, en su caso sancionar, a toda situación de abuso y acoso escolar.
Hago este llamado, exhortando principalmente al director del Instituto Politécnico Nacional, IPN, Mario Alberto Rodríguez Casas, a las autoridades de la UNAM, a los de la Universidad Veracruzana y otras instituciones educativas de nivel superior, y Media Superior a frenar de manera inmediata toda situación que atente en contra del libre desarrollo psicosocial y emocional de quienes asisten a sus instalaciones educativas.