Arrancamos || Transiciones
Hoy inicia un nuevo año cargado de retos en el ámbito electoral. Como sabemos, después del intenso año de 2018, en el que entre otros cargos se eligió presidente de la República, 2019 fue “más tranquilo”. Hubo elecciones regulares en 5 entidades y una extraordinaria de gobernador en el estado de Puebla. Baja California fue la entidad donde se eligieron todos los cargos: gobernador, 17 diputados de mayoría relativa y 8 de representación proporcional, así como se disputaron las 5 alcladías. En Aguascalientes sólo se eligieron ayuntamientos (11) y en Durango 39. En Quintana Roo y Tamaulipas se renovaron los congresos (25 y 36 diputados, respectivamente). En el caso de Puebla, como dije, hubo elecciones extraordinarias de gobernador y en 5 alcaldías.
Pudiera ser engañoso en términos cuantitativos afirmar que 2020 será otro año tranquilo. Si sólo nos centramos en las dos elecciones locales que tendrán lugar, así lo afirmaríamos; sin embargo, el proceso federal y concurrente inicia en el mes de septiembre. En 2021 las elecciones serán complejas y superarán en número a las de 2018: según declaraciones del consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova Vianello, “Es la primera vez que va a haber concurrencia de 32 elecciones locales, todos los estados van a elecciones en 2021 junto con las de diputados –federales-, con lo cual el número de cargos en disputa que se van a renovar es todavía mayor que el de 2018’, cuando hubo 3 mil 222 cargos en disputa y en el 2021 serán 3 mil 495” (con información de la Cámara de Diputados http://www5.diputados.gob.mx/index.php/esl).
Este 2020 tendremos comicios en dos entidades: Coahuila e Hidalgo. En la primera de ellas se renovará el Congreso (16 diputados de mayoría relativa y 9 de representación proporcional), mientras que en Hidalgo se elegirán 84 alcaldes (esas). En realidad lo que llama la atención es que el INE ha anunciado la utilización de urnas electrónicas en ambos comicios. Tendrán además carácter vinculante, es decir, los resultados de las urnas serán oficiales.
Recordemos que hay una experiencia acumulada en la utilización de urnas electrónicas en nuestro país. Concretamente tres entidades han liderado la aplicación de pruebas y en ciertos casos, la instrumentación en algunos distritos locales. Me refiero a Coahuila, Jalisco y la Ciudad de México. Para 2020, explícitamente el INE ha difundido que las experiencias de Coahuila y Jalisco serán básicas, así como la misma que ha desarrollado la institución al utilizarlas en elecciones gremiales, escolares o internas de los partidos políticos. El plan es instalar urnas electrónicas en Hidalgo en cuatro de las alcaldías en disputa, mientras que en Coahuila se instalarán en 4 o 5 casillas por distrito. Estamos hablando de una enorme oportunidad para generar confianza y compartir los beneficios que brinda utilizar urnas electrónicas en comicios nacionales. En 2021 se habla ya de generalizar el uso de las mismas en las elecciones más complejas de todas las que se han llevado a cabo.
El próximo 11 de octubre se cumplen 30 años de la fundación del Instituto Federal Electoral, que como sabemos, el 5 de abril de 2014 se transformaría en el actual Instituto Nacional Electoral. Tres décadas en las que la institución ha jugado un rol fundamental en la construcción de nuestra democracia procedimental. En México, como hemos demostrado, el tránsito del autoritarismo a la democracia política tuvo lugar a través de un largo proceso reformista en el terreno electoral. De un régimen de partido hegemónico transitamos a uno de pluralismo partidista, donde la aprobación de reglas privaron sobre los acuerdos de las fuerzas políticas. De ahí la necesidad de contar con un árbitro nacional y órganos locales que permitieran la organización de elecciones periódicas en las mejores condiciones posibles para garantizar la transmisión pacífica del poder. Por cierto, además, ya se anuncia que tendremos una nueva credencial electoral a la que se le añadirán 24 candados de seguridad. Un instrumento fundamental en un país en el que la desconfianza es la característica distintiva de la cultura política.