La noche de los nahuales || Benjamín M. Ramírez
EN TIERRA DE CIEGOS EL TUERTO ES REY O EL PESO DE LA MADRE AUSENTE.
Por Benjamín Martínez Ramírez
En días pasados acompañé a un grupo de docentes para realizar un servicio comunitario en el Desayunador del Padre Chava, aledaño a la vía rápida oriente, a escasos metros de la frontera con los Estados Unidos de Norteamérica. La experiencia sirve para la anécdota. Es simple y, al mismo tiempo, aleccionador.
La actividad inició a primeras horas del día como parte de la espiritualidad e identidad del instituto donde laboro como docente. Ha sido una experiencia, por demás, gratificante.
Unas manos servían los alimentos; otras, lavaban los trastos; unas más, organizaban el servicio del comedor comunitario de los salesianos, que sirvió, —en ese día—, al menos, unos ochocientos desayunos calientes. Algunos de mis compañeros docentes atendieron el servicio sanitario: baños y regaderas, que fue aprovechado por las personas en situación de calle.
En la cocina, me acompañaron dos docentes, para servir el desayuno: arroz, frijol y el guisado; carne de res, pollo o cerdo. Llegó un momento en el servicio en el que las manos exigían una pausa, aunque el trabajo en sí, no se prolongó más allá del medio día.
Es probable que el alimento que reciben las decenas de personas que se acercan al comedor comunitario sea lo único que consumen en el día. La mayoría pernocta aledaño a la canalización del río Tijuana, debajo de los puentes, en las bocas de tormenta, en las alcantarillas, en las banquetas o en cualquier lugar que sirva para pasar la noche.
En cada persona observé que su única posesión momentánea era la ropa que portaban, —algunos andaban descalzos, a pesar del frío o la lluvia—, unos pedazos de cartón, un pedazo de madera o fierro que servía lo mismo para cualquier cosa o para convertirse en un arma poli contundente constituían toda su riqueza.
Una vez terminado el servicio las personas empezaron a aglomerarse en las inmediaciones del desayunador del padre Chava, y ahí, frente a las instalaciones, apareció la expresión más evidente de la ley de la selva, la ley del más fuerte: en la calle se sobrevive, es una lucha constante por la vida, una pelea a muerte por la subsistencia en el que sólo permanece el que pega primero y de manera contundente y fuerte.
El que parecía ser el líder de los congregados obligó, a punta de puñetazos, golpes y amenazas a uno de los indigentes a ceder el total de la propina que había conseguido. Nadie metió las manos para auxiliar al indefenso, a quien le llovía golpes por doquier.
Las amenazas, patadas y puñetazos cesaron cuando el afectado decidió, por voluntad propia, entregar el efectivo recibido. El abusivo sólo siguió con su retahíla de amenazas y sin más, se embolsó los cincuentas pesos conseguidos e ignoró el dolor y la sangre de quien había sido sometido.
Preguntaría qué sucede cuando alguien de los “homeless” —vagabundos— se enferma, le duele parte del cuerpo, sufren de depresión o cualquier otro padecimiento o dolencia; cómo lo enfrentan, quién los ayuda o se preocupa por ellos.
Es recurrente el hecho de los accidentes viales en el que los afectados son indigentes que se atraviesan sobre la vía rápida. En la mayoría de los casos el cuerpo presenta traumatismo craneoencefálico, con exposición de masa cerebral, politraumatismo, lesiones que por su naturaleza causan la muerte de la persona sin hogar, pero esta situación a nadie le importa.
Imagino que mientras se encuentran en los estertores de la muerte, el afectado se pregunta: quién responderá por ellos: nombre, familiares, lugar de procedencia, ocupación, edad y otros cuestionamientos.
La mayoría de los indigentes son deportados de distintas nacionalidades, personas que sólo esperan, una oportunidad, aunque en muchos de los casos, esperan o encuentran la muerte.
Usted puede realizar el servicio comunitario en el Desayunador del Padre Chava, en La casa de los Pobres o en algún otro albergue de atención a los migrantes o grupos vulnerables. Un par de manos nunca están de más.
Lo anterior sirve para realizar una lectura de la X Cumbre de líderes de América del Norte: el primer ministro de Canadá, Biden y AMLO. El suelo no está parejo para que el gobierno mexicano, a través de su presidente, proponga, oriente o imponga condiciones en cualquier tipo de negociación. Los intereses son multidiversos, ventajas para unos, desventajas para otro. AMLO, me parece el homeless agredido. Sin capacidad para pelear o defenderse y que tiene que entregar lo que ha conseguido.
Biden no sólo define y decide, su hegemonía marca la agenda global de la geopolítica del planeta.
« — ¡Quédense en casa! —ha dicho Biden.
EL PESO DE LA MADRE AUSENTE:
La jefa de gobierno estaba de gira. Sucedió el choque de los dos trenes en la línea 3 del Metro de la Ciudad de México. Se realizó el ritual del sacrificio: despedir a quien se considera responsable del accidente.
El Metro seguirá operando, con sus fallas hasta que los lamentos por una nueva tragedia se hagan presentes.
Sigo sosteniendo que el Metro, en la Ciudad de México, es uno de los servicios de transportes eficiente, barato y rápido. La seguridad se encuentra en los cinco pesos que se paga por el servicio.
El Metro chocó y mamá no estaba presente: se encontraba de gira, buscando ser presidente.