Tijuana.-A sus 62 años, Amada González Vega, busca entre la tierra alguna señal de su hijo, Darío Ruíz, quien desde hace un año y ocho meses fue visto por última vez, muy golpeado a unos metros de la casa en el Ejido Maclovio Rojas de la que los activistas han desenterrado los restos de once personas.
“Yo vengo aquí con la esperanza de saber algo de mi hijo, porque ya se me están acabando las fuerzas y quiero saber de él antes de que me pase algo” refiere la mujer que asegura haber perdido la confianza en la autoridad pues “ya ni agente asignado al caso tengo, pues dicen que lo corrieron, pero no le dieron la investigación a otra persona”.
Amada se gana la vida trabajando en el servicio doméstico en varias casas en Playas de Tijuana, tiene dos días libres a la semana que, en vez de descansar, los ocupa en apoyar al colectivo Una Nación BuscándoT en las diferentes jornadas de búsqueda que realizan por la ciudad pues “vivo o muerto quiero saber algo de Darío”.
La señora Amada, es una de las casi treinta madres de familia que, armadas con pico y pala, revisan el predio en el Maclovio Rojas, al igual que sus compañeras, ya perdió la esperanza de recibir algo de ayuda oficial para conocer el paradero de su hijo del que solo sabe “desapareció muy golpeado en un taxi libre”.