UN PASO ADELANTE || TRANSICIONES

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Como parte de las tareas desarrolladas como consejero electoral distrital en el 08 distrito federal, durante el pasado proceso electoral en Baja California acudí a varios simulacros de preparación de la jornada electoral. Cabe aclarar que el distrito referido se encuentra en la parte Este de la ciudad de Tijuana; una de las zonas más pobres de la entidad, junto con el distrito 04. Enseguida del lugar donde se ubicaría la casilla se encontraba una tienda de abarrotes. Me quedé impresionado por lo que ahí sucedía: en las dos horas que estuve en el simulacro, fue interminable el número de personas (de todas las edades) que acudían a comprar refrescos y papas empaquetadas; algunos incluían algunas galletas: pura comida chatarra.

La Organización Mundial de la Salud ha declarado que México padece una epidemia de obesidad. Este diagnóstico ha sido corroborado por la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2018, que señala que 8.6 millones de mexicanos están enfermos de diabetes y 15.2 millones son hipertensos. Entre 2012 y 2018, el porcentaje de personas con obesidad en México pasó de 71.3 a 75.2%. Esto quiere decir que actualmente 3 de cada 4 personas adultas del país vive con esta condición. “Los alimentos no recomendables para consumo cotidiano que más ingieren los mexicanos son las bebidas no-lácteas endulzadas, seguidas de las botanas, dulces y postres” (https://www.animalpolitico.com/2019/12/obesidad-diabetes-hipertension-mexico-ensanut/). A su vez, el Fondo de las Naciones Unidad para la Infancia, UNICEF llamó la atención acerca del problema de obesidad infantil en nuestro país. Se trata de una “emergencia de salud pública que requiere cambios inmediatos y que afecta el crecimiento y el desarrollo de los niños. Según la agencia, el país es el mayor consumidor en América Latina de productos ultra procesados, incluidas las bebidas azucaradas. Las tasas más altas de este consumo se encuentran entre los niños en edad preescolar que comen alrededor del 40% de sus calorías de esta manera. Un tercio de los niños y adolescentes mexicanos tienen sobrepeso u obesidad” (https://news.un.org/es/story/2020/03/1470821). 

En ese contexto, el Congreso de Oaxaca aprobó la semana pasada una reforma al artículo 20 Bis de la Ley de los Derechos de los Niñas, Niños y Adolescentes del Estado de Oaxaca, impulsada por los diputados de MORENA.  Cuando sea promulgada la reforma, los comercios de la entidad tendrán prohibida la venta de alimentos chatarra a menores de 18 años, exactamente como sucede con el alcohol y los cigarros. Pero lo más importante sin duda es que se “Prohíbe la  distribución, venta, regalo y suministro a menores de edad, de bebidas azucaradas y alimentos envasados de alto contenido calórico en el Estado en instituciones educativas públicas y privadas de educación básica y media superior o exhibición de cualquiera de esos productos a través de distribuidores automáticos o máquinas expendedoras en instituciones educativas públicas y privadas de educación básica y media superior o establecimientos comerciales” (https://www.milenio.com/estados/oaxaca-comida-chatarra-no-podra-ser-vendida-a-ninos). 

Desde luego esta noticia provocó una fuerte reacción de las empresas productoras de este tipo de alimentos. Utilizando a voceros y articulistas, señalaron que se trataba de una cortina de humo para desviar la atención por la pandemia del Covid 19. Otro señalaba que era un “experimento” de lo más peligroso para la humanidad. Uno más que era un atentado a las libertades de los mexicanos, etc. Nadie sostiene que una reforma legal vaya a cambiar las cosas en el ámbito de la salud. Sabemos que se requieren acciones en diferentes dimensiones de la vida social para que las tendencias negativas comiencen a cambiar. Pero tampoco se puede negar que este tipo de medidas pueden resultar positivas, sobre todo para transformar la cultura de la alimentación en niños y adolescentes mexicanos.

Las llamadas “tienditas” o “cooperativas” en las escuelas públicas (y privadas) expenden muchos productos chatarra. Si se logran cambiar estos alimentos basura por otros ricos en nutrientes, se habrá dado un paso importante. Lo cuestionable en este momento de crisis es no hacer nada. Lo peor es seguir alimentando los bolsillos de las grandes corporaciones que se benefician de la enfermedad de los mexicanos. Demos otro paso adelante. 

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