La decisión de las autoridades educativas ha despertado un sinnúmero de posturas contrarias al uso de la televisión como medio alternativo para el logro de los aprendizajes esperados en los millones de estudiantes, en virtud de las precarias ventajas de la TV frente al uso de plataformas en Internet o de aplicaciones.
La posición de maestros, padres de familia y expertos en el tema educativo se centra en el sentido de que la TV no es la idónea para responder a las expectativas y necesidades de los educandos de hoy. Si bien la televisión fue el medio ad hoc en su momento como un vehículo de transmisión y transición en la cultura, ideología y un fuerte contrapeso para la democracia hoy ha sido desplazada por la diversidad de plataformas que ofrecen una variedad de contenido, incluso educativos.
Con los tiempos contratados el gobierno se presenta como salvadora del déficit en el que se encontraban los emporios de la televisión en el país. Ganan los consorcios, pierde la educación con calidad y la niñez.
En la actualidad la televisión, en su papel de educadora, dejará muchos vacíos en su encomienda escolar. El Gobierno Federal, a través de la SEP, ha contratado tiempos de transmisión —media hora diaria— para cubrir la necesidad y responder a un derecho fundamental para la niñez en México, que es el de brindar educación de calidad.
En esto último estriba el problema.
El problema en emplear la TV para la transmisión —no comunicación— de contenidos es la unidireccionalidad del medio y la falta de retroalimentación para completar, verificar y corregir el aprendizaje.
Lamento mucho que los expertos y doctos enquistados en la SEP no fueran previsores en los retos que enfrenta el inicio del ciclo escolar y hayan lanzado —no sólo un plan— sino una retahíla de opciones y alternativas tomando en cuenta las diferencias geográficas, las regiones, la diversidad de la población, las desventajas tecnológicas y de aprendizajes, y los recursos materiales con los que cuenta el educando.
Así, la SEP le apuesta a que ha descubierto la punta de la madeja. Nada más equivocado. ¿Qué pasará en las zonas altas de la montaña donde tener electricidad es un lujo? ¿Los niños verán la televisión cuando a la familia le preocupa más el sustento diario? ¿Dónde queda la equidad?
Y si hablamos de cobertura educativa a través de las plataformas o aplicaciones: ¿Cuántos alumnos tendrán dificultades de conexión? ¿Con cuántos dispositivos cuenta la familia para que sus integrantes puedan recibir la instrucción educativa al mismo tiempo? ¿Seguirán siendo los padres los que reciban las clases y quienes hagan las tareas?
¿Por qué los que se encuentran detrás de un escritorio en las oficinas gubernamentales no diseñaron o planearon aplicaciones que no necesiten de la conexión a internet con los contenidos y actividades interactivas que garanticen el logro de los aprendizajes esperados?
¿Conocen los expertos de la SEP y las instituciones educativas el software educativo “VERMIC”? ¿Conocen “Aprende con PIPO”? Sólo son dos ejemplos.
VERMIC ofrece versiones limitadas de sus productos de forma gratuita.
¿Sería muy costoso indicarle al equipo de informática o algún experto en aplicaciones para diseñar los contenidos interactivos y entregarlas de forma gratuita a cada alumno?
También debe existir un compromiso por parte de los padres de familia. Es necesario invertir en la educación de sus hijos. No existe mejor herencia que la educación.
Por lo pronto, la propuesta de la educación televisada es pedagógicamente inviable. No idónea.
Es cierto que la pandemia ha dejado más descobijados a los más vulnerables, a los desposeídos, a los pobres, a los desarraigados. También es cierto que muchos padres de familia, incluyendo alumnos del nivel superior, optaran por hacer una pausa en la educación de sus hijos: ya no alcanza.
Algunos estudiantes foráneos que cursan una carrera en la Ciudad de México se darán de baja o cambiaran de opción profesional para disminuir los costos que supone la educación superior fuera de su lugar de origen. No todos cuentan con las mismas oportunidades o las mismas ventajas en esta época de COVID-19.
En otro orden de ideas, recibí con mucha tristeza la noticia del fallecimiento del Obispo de los Pobres: Don Pedro Casaldáliga, Obispo Emérito de São Felix do Araguaia (Brasil). Don Pedro Casaldáliga se caracterizó por una lucha sin tregua a favor de los desposeídos. Su legado, en la defensa de los derechos de los pueblos de la Amazonía, incluye el haber estado siempre del lado de los más pobres de Brasil, principalmente de los nativos del pueblo de la Amazonía.
Amenazado de muerte por su férreo compromiso por los más vulnerables y la defensa de la Amazonía supo combinar su labor de pastor, de poeta y su testimonio como profeta.
Retomo algunos puntos de la obra del Obispo de los Pobres reconocidos por la Iglesia de Brasil (www.es.aleteia.org):
1.- Evangelización, vinculada a la promoción humana y la defensa de los derechos humanos de los más pobres;
2.- Creación de comunidades eclesiales de base con líderes que sean levadura entre los pobres;
3.- Encarnación en la vida, en las luchas y esperanzas del pueblo;
4.- Estructura participativa y corresponsable en la diócesis.
Y el más grande homenaje que la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil, CNBB, pudo rendir a uno de los suyos (www.es.aleteia.org):
«Don Pedro marcó su vida por la solidaridad hacia los más pobres y sufrientes, haciendo de su ministerio, su poesía y su vida un canto solidario. Preocupado por “no tener nada, no llevar nada, no pedir nada, callar y, sobre todo, no matar nada”, contempla ahora al Dios de la Vida, a quien buscaba servir en cada pobre, en cada sufriente».
“Estamos con vos Pedro, a los pies de tu silencio”…
Y mi propio homenaje póstumo: “Ha muerto el profeta. Resucita la Palabra”.
Para concluir: Lamentable ha sido el artero asesinato del rector del seminario San Oscar Arnulfo Romero de la Diócesis salvadoreña de Zacatecoluca, acaecido en días pasados. Los motivos del crimen no han sido esclarecidos y mucho menos, los asesinos detenidos.
Nada justifica el crimen.