PRESIDENTE LIBANÉS SE DESLINDA DE CULPA POR EXPLOSIÓN EN BEIRUT
El presidente Michel Aoun, que ocupa el puesto desde 2016, declaró que gobiernos previos habían sabido de la existencia del material explosivo desde que fue confiscado de un barco en 2013, y el se enteró casi tres semanas antes de que estallaran
Beirut.- El presidente libanés, Michel Aoun, aseguró el viernes que se enteró de la existencia de la enorme cantidad de explosivos almacenada en el puerto de Beirut casi tres semanas antes de que estallaran, pero que había ordenado que se tomaran medidas al respecto, aclarando que no tenía autoridad sobre la instalación portuaria.
“¿Saben cuántos problemas se han estado acumulando?”, respondió Aoun cuando un reportero le preguntó si debía haber dado seguimiento a su orden.
Equipos de rescate de Francia y Rusia, con perros rastreadores, revisaban la zona portuaria el viernes, un día después de la visita del presidente de Francia, Emmanuel Macron, quien prometió ayuda y urgió a que haya reformas entre el estancado liderazgo político libanés.
Varios países enviaron equipos de rescate para ayudar a localizar a los sobrevivientes de la explosión. Uno de los que fueron localizados en los escombros próximos al almacén de grano era Joe Akiki, un trabajador portuario de 23 años que estaba desaparecido desde la explosión. Decenas de personas siguen desaparecidas y en la entrada al puerto las familias esperaban a recibir noticias de sus seres queridos.
Unas 300.000 personas, más del 12% de la población de Beirut, no pueden regresar a sus casas por la explosión, que arrancó puertas y ventanas en toda la ciudad y dejó muchos edificios inhabitables. Las autoridades estiman las pérdidas en entre 10.000 y 15.000 millones de dólares.
Los hospitales dañados, que ya estaban desbordados por la pandemia del coronavirus, tienen problemas para admitir a los heridos.
Durante décadas, Líbano ha estado dominado por las mismas élites políticas, muchos de ellos antiguos señores de la guerra y comandantes de milicias de la Guerra Civil (1975-1990).
Las facciones gobernantes emplean las instituciones públicas para acumular riqueza y distribuir patrocinios entre sus partidarios. Treinta años después del final del conflicto, los cortes de energía siguen siendo frecuentes, la basura queda a menudo sin retirar y el agua corriente es en su mayoría no potable.
Antes de la tragedia, el país estaba inmerso en una grave crisis económica de la que se culpaba también a la clase política. El empleo se había disparado y el desplome de la moneda local había acabado con los ahorros de parte de la población. Esto hace que la reconstrucción tras la explosión sea un desafío todavía mayor.
Fuente: Debate.com